¿Alguna vez imaginaste que existiera un aparato especialmente diseñado para ocultar pedos? Parece una broma… pero fue una realidad. Y no solo eso: durante siglos, fue un objeto codiciado por la nobleza y se perfeccionó hasta niveles insospechados. Esta es la historia de la vanvera, una invención médica (y social) tan extraña como reveladora.
Un problema universal: la necesidad de disimular
Desde que el ser humano se sienta a comer en compañía, ha tenido que lidiar con un problema incómodo y natural: los gases. En un entorno íntimo, puede que no importe tanto. Pero ¿qué pasa si estás en un banquete con la aristocracia, en la primera noche de bodas o en la ópera?
La solución, en la Antigüedad, fue sorprendentemente sofisticada.
El “Prallo” del Antiguo Egipto y Roma
Mucho antes de que se hablara de vanveras en Italia, ya existía un objeto similar en civilizaciones antiguas como Egipto y Roma. Se le conocía como Prallo, y su función era clara: disimular el ruido y neutralizar el olor de los gases intestinales.
El Prallo era un pequeño dispositivo en forma de huevo, hecho de cerámica o madera. Tenía una boquilla que se colocaba cerca del ano y otro orificio en el extremo contrario por donde se liberaba el gas. Algunos modelos incluso se podían rellenar con hierbas aromáticas, como menta o tomillo, para enmascarar los olores desagradables.
Se usaban, principalmente, en los largos banquetes de los faraones o durante las comidas copiosas del imperio romano. La elegancia debía mantenerse… incluso en las funciones más humanas.
La evolución veneciana: nace la vanvera
Durante el siglo XVII, en plena explosión del lujo y la teatralidad de las cortes italianas, reaparece este invento, pero con un nuevo nombre y mejoras sorprendentes: la vanvera.
Los venecianos, conocidos por sus fiestas opulentas y su obsesión por las apariencias, adoptaron este objeto con entusiasmo. Se desarrollaron dos versiones principales:
1. Vanvera da Passeggio: discreción portátil
Esta versión era la más común entre mujeres de la nobleza. Estaba fabricada en cuero y constaba de una copa diseñada para adaptarse perfectamente a las nalgas. Esta copa se conectaba a una vejiga (normalmente de animal) que almacenaba los gases. En el extremo de la vejiga, un pequeño orificio se mantenía cerrado con una cuerda, y se podía abrir en privado para liberar el gas.
Se usaba bajo las faldas, capas o vestidos, y era ideal para ocasiones sociales: cenas, veladas teatrales o visitas de cortesía. Muchos modelos se confeccionaban a medida y se decoraban con motivos florales o bordados, como si se tratara de una prenda de lujo más.
2. Vanvera da Alcova: pensada para el matrimonio
Más extraña aún era esta segunda versión. Muy similar en construcción, en lugar de una vejiga incorporaba un tubo largo que dirigía el gas hacia otra habitación o, en verano, incluso hacia el exterior por una ventana.
Este modelo era especialmente popular entre los hombres jóvenes en la noche de bodas. Como aún no existía mucha confianza con la pareja, liberar gases podía resultar embarazoso. La vanvera da alcova permitía mantener la dignidad... y la paz matrimonial.
¿Un invento médico o una solución social?
Aunque hoy pueda parecer ridículo, la vanvera tenía un componente médico importante. Muchas personas sufrían de trastornos intestinales crónicos, probablemente agravados por las dietas pesadas y el sedentarismo de la época. Poder asistir a un evento sin miedo a sufrir un episodio vergonzoso era un alivio psicológico y físico.
Además, algunos modelos se diseñaban con compartimentos especiales para colocar hierbas medicinales. En ese sentido, era casi una combinación de dispositivo digestivo y difusor terapéutico.
El declive de la vanvera
Con la llegada del siglo XX, las costumbres sociales cambiaron. La nobleza perdió poder, las modas evolucionaron, y la tecnología médica se centró en otros aspectos. La vanvera cayó en el olvido.
Hoy no se conserva ningún ejemplar original completo (aunque algunos museos europeos han exhibido reconstrucciones), pero su historia sobrevive en documentos y anécdotas de la época.
¿Y qué tiene que ver “parlare a vanvera”?
En italiano existe una expresión muy popular: “parlare a vanvera”, que significa “hablar sin sentido” o “decir cosas sin pensar”. Algunos lingüistas creen que su origen está vinculado al uso de la vanvera: al liberar gases con este objeto, muchas veces sin control, se producía un pequeño sonido que se asociaba con parloteo sin sentido.
Es solo una teoría, pero tiene sentido: lo que sale de una vanvera… no siempre es relevante.
Conclusión: entre la medicina y la vergüenza
La historia de la vanvera nos recuerda que la medicina no siempre avanza solo en hospitales o laboratorios. También evoluciona en la vida cotidiana, en los hábitos sociales, y en la eterna búsqueda humana por evitar el ridículo.
Porque a veces, lo más humano… es simplemente no querer tirarse un pedo en público.
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