domingo, 17 de agosto de 2025

El impactante caso de Phineas Gage: el hombre que reveló el vínculo entre el cerebro y la personalidad

¿Puede un accidente cambiar por completo quiénes somos? Esta es la pregunta que dejó abierta uno de los casos más famosos de la historia de la medicina: el de Phineas Gage, un joven trabajador estadounidense que sobrevivió a un accidente casi imposible y que, sin saberlo, se convirtió en una pieza clave para entender cómo funciona el cerebro humano.

Phineas Gage: el hombre que reveló el vínculo entre el cerebro y la personalidad

¿Quién era Phineas Gage?

Phineas Gage nació en 1823 en New Hampshire, Estados Unidos. Sus compañeros lo describían como un hombre responsable, amable y con un carácter equilibrado. A los 25 años, trabajaba como capataz de una cuadrilla de obreros en Cavendish, Vermont, encargados de abrir camino a las vías del ferrocarril. Su rol exigía disciplina, organización y liderazgo, cualidades que poseía de sobra.

Hasta aquel fatídico día, Gage era considerado un empleado ejemplar y un hombre con un futuro prometedor.

El accidente que cambió su vida

El 13 de septiembre de 1848, mientras supervisaba la preparación de una voladura de rocas, Gage utilizaba una barra de hierro de más de un metro de largo y tres centímetros de grosor para compactar pólvora en un orificio. Sin embargo, un descuido fue suficiente: no habían colocado la arena que debía cubrir la pólvora. El golpe de la barra contra la roca generó una chispa que detonó la carga.

La explosión lanzó la barra con tal fuerza que atravesó el rostro de Gage: entró por su mejilla izquierda, pasó por el lóbulo frontal del cerebro y salió por la parte superior de su cráneo. Lo sorprendente es que Gage no murió en el acto. Al contrario: permaneció consciente, pudo hablar con los testigos y hasta caminó por sí mismo tras la tragedia.

Una recuperación asombrosa

Fue atendido por el médico John Martyn Harlow, quien registró en detalle su evolución. A pesar de la magnitud de la herida, Gage se recuperó físicamente en los meses siguientes. No perdió la capacidad de hablar, ver o moverse, lo que en aquel entonces se consideraba un milagro.

Pero lo que parecía un caso de supervivencia extraordinaria pronto reveló algo más inquietante: su personalidad ya no era la misma.

“Ya no era Gage”

Antes del accidente, Phineas era responsable y cordial. Después, se volvió impulsivo, grosero e incapaz de mantener la disciplina. Perdió su habilidad para planificar y tomar decisiones con juicio. Sus amigos y familiares decían que “ya no era Gage”.

En términos modernos, lo que ocurrió es que el daño en el córtex prefrontal afectó sus funciones ejecutivas, esas habilidades que nos permiten controlar los impulsos, evaluar consecuencias y organizarnos a largo plazo.

Este detalle convirtió su caso en uno de los más influyentes de la neurología, porque por primera vez se demostraba que el cerebro no solo controla funciones motoras o sensoriales, sino también la personalidad y el comportamiento.

El aporte científico del caso Gage

Durante el siglo XIX, la medicina apenas empezaba a explorar el cerebro. La historia de Gage fue estudiada en universidades y círculos médicos de todo el mundo, marcando un punto de inflexión.

Se abría una nueva puerta: la idea de que distintas zonas cerebrales tienen roles específicos en la conducta humana. Concretamente, el lóbulo frontal pasó a ser visto como la región clave en la toma de decisiones, el autocontrol y la identidad personal.

Aunque algunos investigadores cuestionaron si el relato de su cambio de carácter estaba exagerado, estudios posteriores confirmaron la importancia del lóbulo frontal en el comportamiento. En 1994, gracias a técnicas de neuroimagen y reconstrucción digital, se analizó el cráneo de Gage (conservado en Harvard) y se determinó con mayor precisión qué áreas fueron dañadas.

Los últimos años de su vida

Después de recuperarse, Gage viajó durante un tiempo mostrando su famosa barra de hierro en ferias y exhibiciones médicas, lo que lo convirtió en una curiosidad de la época. Más adelante se trasladó a Chile, donde trabajó como conductor de carruajes durante varios años.

Sin embargo, su salud se deterioró progresivamente a causa de crisis epilépticas, y en 1860, doce años después del accidente, falleció a los 36 años.

Su cráneo y la barra de hierro permanecen hasta hoy en el Museo de Medicina Warren de la Universidad de Harvard, como símbolos de uno de los casos médicos más influyentes de la historia.

Un legado que sigue vigente

El caso de Phineas Gage no solo es un relato sorprendente de supervivencia, sino también un ejemplo de cómo un hecho inesperado puede revolucionar la ciencia. Gracias a él, la neurología avanzó hacia la comprensión de que el cerebro no solo es un órgano biológico, sino el asiento de nuestra identidad y personalidad.

Más de 175 años después, el nombre de Phineas Gage sigue apareciendo en libros de neurociencia, psicología y filosofía, recordándonos que un accidente trágico abrió la puerta al estudio moderno del comportamiento humano.

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